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UN ÁNGULO DIFERENTE


La lectura es el placer de mi vida, mi maquina personal de viajes que me aporta conocimientos de grandes pensadores. Como dice Lorda: “leer a los grandes es vivir con ellos, aprender de su saber y participar en sus inquietudes.“

Estamos en un mundo donde los libros han sido compañeros de vida, partícipes de emociones e inimaginables viajes. ¿No creen que les debemos algún mérito? Los libros te enriquecen, te decoran por dentro y convierten tu cabeza en un mundo. Que mejor reconocimiento se les puede dar que hacerlos parte de ese mundo que se va creando en nuestra cabeza; y hacerlos culpables por esa sensación de querer aprender más, pero todavía más culpables por darnos ese conocimiento, ese deseo de enseñarles a los demás lo que leímos.

Nadie es la misma persona después de leer un libro. Siempre dejaras una parte de ti entre sus páginas y una nueva versión de tu persona, que desconocías, entrara y nunca volverá a salir. Puedo decir que los libros son medicina para el alma y el cuerpo. Siempre habrá uno para la situación en la que te encuentres, un libro que vaya contigo en ese preciso momento.

Claro, no hay que olvidar que hay libros que después de leerlos, los relees y esto es verdaderamente hermoso. Las líneas que antes leíste te vuelven a hablar para que te adentres a su mundo, porque al final de cuentas, no has acabado del todo.

Hace poco, releí el libro, “Humanismo, los bienes invisibles“ por Juan Luis Lorda. Nada como leer un buen clásico, un libro que te expanda los horizontes y te alborote la mente. Uno que te deje con sed de conocimiento y curiosidad. No hay mejor sensación que terminar un libro y preguntarte ¿ Y ahora qué?

Lorda me dejó con la mente abierta. Al releerlo comprendí cosas que la última vez no habita entendido; encontré frases que conectaban con mi situación actual y que me dejaban queriendo contarle al mundo lo que leí. En otro momento de mi vida no hubiera aprendido lo que aprendí esta segunda vez que pude leerlo.

Releer de otro punto de vista, de otro ángulo. Es bonito volverse a encontrar con las palabras que te hicieron sentir ese placer de reencuentro que te deja queriendo otro más.

En mi viaje que he embarcado en la literatura, me puedo quedar con la enseñanza que con los libros se conversa, porque el libro habla y el alma le contesta.


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